El apóstol Tomás, también conocido como tomás el incrédulo, ganó su apodo debido a su incredulidad en la Resurrección de Cristo. Después de que Jesús resucitó de entre los muertos, se apareció a todos los apóstoles excepto a Tomás. En el Evangelio de Juan se relata cómo los demás discípulos le contaron a Tomás lo que habían visto:
La incredulidad de Tomás
Los otros discípulos le dijeron: hemos visto al señor. Pero él les respondió: a menos que vea en sus manos las marcas de los clavos y meta mi dedo en ellas, y meta mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, los discípulos estaban nuevamente reunidos en una casa, y Tomás estaba con ellos. A pesar de que las puertas estaban cerradas, Jesús apareció en medio de ellos y dijo: la paz sea con ustedes. Luego se dirigió a Tomás y le dijo: pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. deja de dudar y cree. Tomás respondió: ¡señor mío y dios mío!. (Juan 20:25-28)
El llamado de Tomás por Jesús
En el Evangelio de Juan se menciona que Tomás, también conocido como Dídimo, no estaba presente cuando Jesús se apareció a los demás discípulos después de su resurrección. Cuando los demás le contaron que habían visto al Señor, Tomás expresó su incredulidad y dijo que no creería a menos que pudiera ver y tocar las heridas de Jesús. Ocho días después, Jesús se apareció nuevamente en presencia de Tomás y le permitió ver y tocar sus heridas. Tomás reconoció a Jesús como su Señor y su Dios. (Juan 20:24-29)
Los lugares evangelizados por Tomás Apóstol
Según la tradición, Tomás fue enviado a evangelizar en diferentes lugares después de la Ascensión de Jesús. Se cree que evangelizó en Siria y luego en la ciudad de Edesa, donde fundó la primera comunidad cristiana de Babilonia en Mesopotamia. Después de siete años en Babilonia, se embarcó hacia la India, donde evangelizó y estableció comunidades cristianas. Se dice que viajó por todo el país hasta llegar a China, llevando el mensaje del Evangelio. Finalmente, regresó a la India, donde murió como mártir, atravesado por una lanza en Chennai el 3 de julio del año 7
Aunque Santo Tomás fue conocido como el incrédulo, su historia nos enseña que incluso las personas más escépticas pueden encontrar la fe en Jesús. A través de su experiencia personal con Jesús resucitado, Tomás se convirtió en un testigo valiente y viajó a lugares lejanos para compartir el mensaje del Evangelio. Su vida y su muerte son un testimonio del poder transformador de la fe en Cristo.